Durante décadas, los clubes culturales fueron el alma de los barrios: semilleros de artistas, espacios de resistencia y centros de encuentros comunitarios. Hoy, muchos sobreviven apenas con lo esencial, sus nombres entre edificios deteriorados, falta de apoyo y el éxodo de sus promotores culturales.
En su época dorada, estos colectivos no solo ofrecían recreación: eran trincheras de formación crítica, de acceso a la lectura, al arte, teatro y a la conciencia social. Algunos resistieron incluso en medio de la represión política. Ahora, con menos visibilidad, luchan por no desaparecer del todo ante el enfoque en las competencias deportivas y las ligas.
- A nivel nacional existen más de 500 clubes registrados como deportivos y culturales, pero el componente artístico ha perdido terreno. En la práctica, muchos se han volcado exclusivamente al deporte.
“La mayoría de los clubes se identifican como deportivos y culturales, pero en realidad son pocos los que mantienen una oferta cultural real”, explicó Jesús Roberto, encargado legal de la Federación de Clubes (Fedoclubes).
Agregó que: “algunos tienen poesía coreada, teatro o danza folklórica, pero no es algo estructurado ni constante, es más una formalidad que una práctica sostenida. Donde todavía se ven clubes verdaderamente culturales, con una base sólida en arte y formación, es en las provincias”, dijo.
Esa transformación ha sido impulsada por la falta de presupuesto para actividades culturales, el cansancio escolar y las jornadas extendidas, así como el auge de las pantallas y la desidia estatal, desplazando las tradiciones barriales.