El Senado tiene en sus manos una decisión crucial con el proyecto del nuevo Código Penal: aprobarlo tal como lo validó la Cámara de Diputados o rechazarlo y dejar que se caiga completamente, debido al mecanismo legislativo que impide más modificaciones a la pieza.
El proyecto, que ha sido objeto de múltiples revisiones durante años y en especial en esta legislatura extraordinaria, fue aprobado por los diputados en segunda lectura con un paquete de nuevas modificaciones. Ahora, de acuerdo con el artículo 99 de la Constitución, el Senado solo tiene dos caminos: aceptar íntegramente las modificaciones realizadas por los diputados o rechazarlas.
En caso de que los senadores rechacen las modificaciones o propongan cualquier otro cambio, el proyecto se consideraría desechado y, conforme al artículo 107, no podría volver a presentarse ni estudiarse hasta la próxima legislatura ordinaria, que inicia el 16 de agosto.
La Constitución y los reglamentos congresuales impiden que cualquier proyecto de ley se mantenga dando vueltas infinitas en el Poder Legislativo. La pieza del Código Penal fue aprobada totalmente en el Senado, luego fue a la Cámara Baja donde también fue sancionada, pero con modificaciones, lo que obligó que se devuelva al Senado.
De acuerdo con los reglamentos, el Senado, cuando sesione, solo podrá aprobarlo en única discusión o descartarlo.
En ese contexto, el ambiente entre los senadores es de expectativa y presión, sabiendo que cualquier intento de introducir cambios adicionales haría naufragar la iniciativa.